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La Psicología del Juego: Por qué los jugadores apuestan como apuestan

El juego es un pasatiempo que existe desde hace milenios, y es un interesante fenómeno psicológico que ha sido objeto de algunas investigaciones. Para muchos, ha resultado ser un campo de estudio complicado, ya que el perfil de los ludópatas varía enormemente, y las conclusiones sobre esta actividad han cambiado con el tiempo. Por ejemplo, la ludomanía, o juego problemático, se diagnosticó como trastorno mental mediante la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Sin embargo, el manual anterior la clasificaba como un comportamiento inadaptado persistente y recurrente. Así pues, las definiciones sobre cómo reacciona la mente ante esta afición que induce adrenalina varían.

En el subtítulo siguiente, se discuten las deducciones actuales que han hecho los psicólogos respecto a por qué juega la gente y cómo piensa en relación con los juegos de casino. En este artículo, dejaremos un poco de lado las apuestas deportivas. Aunque, muchas de las cosas que se dicen aquí también se aplican a las apuestas.

Motivaciones para apostar

Naturalmente, la razón principal por la que la mayoría de la gente apuesta es obtener beneficios económicos. Esto queda respaldado por una encuesta de 2021 publicada en Statista.com que se sumerge en las principales motivaciones para apostar. Dos de las tres razones principales por las que la gente se dedica a esta actividad son jugar para ganar a lo grande (27%) y para poder fantasear con ganar (31%). Por lo tanto, la búsqueda de riqueza es un factor impulsor masivo por el que las personas apuestan el dinero que tanto les cuesta ganar en eventos/juegos con resultados inciertos. Además, el 11% añadió que lo hacen gracias a la creencia de que esta actividad es una forma fiable de ganar dinero. Se trata de un comportamiento un tanto paradójico debido a la percepción generalizada de que la casa siempre gana.

Sin embargo, el 41% de los encuestados respondieron que apuestan porque es algo divertido. Esto no debe subestimarse, ya que muchas personas se dedican a las apuestas por la emoción que les produce adivinar con exactitud resultados impredecibles. Algunos también se sumergen en esta forma de entretenimiento como herramienta para escapar de las tensiones/presiones cotidianas. Y para otros, se trata de un mecanismo de afrontamiento para una amplia gama de retos emocionales.

Lamentablemente, algunas personas sucumben a la naturaleza adictiva del juego, y éstas suelen ser partes que tienen una predisposición genética a tener un débil control de los impulsos. Sin embargo, las influencias ambientales también pueden contribuir a ello, porque el juego suele considerarse una actividad social en los casinos físicos y, ahora, incluso online. Sin embargo, el subidón de dopamina que puede proporcionar es algo que algunos individuos encuentran muy atractivo y a lo que se enganchan, ya que su cerebro se reconfigura para desearlo una vez que se acostumbran. Por eso el problema del juego se compara y equipara con las adicciones al abuso de sustancias.

Percepción del riesgo

La percepción del riesgo en el juego se considera una compleja interacción entre la evaluación del riesgo, la toma de decisiones y los trastornos del juego. Huelga decir que las percepciones de riesgo de los jugadores están influidas por diversos factores. Entre ellos se incluyen sus estimaciones del peligro, motivaciones, planificación estratégica, refuerzo, aprendizaje, cognición implícita frente a explícita, ambivalencia, exposición, contexto de decisión, manipulación de los datos de riesgo y diferencias individuales innatas.

Según algunas investigaciones, los jugadores desordenados tienden a mantener un mayor optimismo sobre el juego. Esta conclusión sugiere que el trastorno del juego no es simplemente el resultado de sobreestimar los resultados positivos o el control personal. Al contrario, tanto las percepciones positivas como las negativas influyen de forma independiente en la percepción global del riesgo. Sin embargo, resulta que estas personas creen, más que los jugadores medios/moderados, que al final saldrán ganando, amplificando las representaciones positivas y descontando las negativas.

Por supuesto, la intoxicación por sustancias y alcohol. Además, las condiciones mentales como la soledad, los sentimientos negativos y el aburrimiento pueden hacer que los jugadores no calculen con precisión el riesgo, lo que les lleva a tomar malas decisiones. Por eso nunca es buena idea jugar bajo los efectos del alcohol o cuando se está de mal humor. La excitación, la anticipación y la emoción de ganar también pueden eclipsar las consecuencias potencialmente negativas que puede acarrear el juego y afectar al indicador interno de riesgo de una persona. Además, las características culturales también pueden influir.

Sesgos cognitivos en el juego

Según múltiples estudios, los jugadores tienden a hacer apuestas más altas cuando participan activamente en el lanzamiento de los dados. Esto se debe a la sugerencia de que tienen cierto impacto en los resultados de la ronda de juego, la ilusión de control. Esto coincide con el concepto de la falacia del jugador, la gente sobrestima su influencia en los resultados basados en el azar. Para los que nunca se hayan topado con este concepto, la falacia del jugador es la creencia errónea de que los resultados históricos dictan la probabilidad de que se produzcan los futuros.

Yendo más allá de esta falsa noción, también tenemos el sesgo de recencia, el sesgo de resultado y el sesgo de confirmación. El sesgo de recuerdo induce a los individuos a sobrevalorar los resultados recientes. Se trata esencialmente de una dependencia de la heurística o de la utilización de atajos mentales para tomar decisiones rápidas basadas en información limitada. Por ejemplo, en los casinos físicos, un jugador puede creer que una máquina tiene más probabilidades de pagar si oye historias recientes de ganadores. Superar la confianza heurística requiere concienciación, haciendo hincapié en los datos estadísticos por encima de las anécdotas.

El sesgo de resultado lleva a dar demasiada importancia a los resultados en vez de al razonamiento, y el sesgo de confirmación consiste en buscar cosas que coincidan con las inclinaciones iniciales de uno. Por lo que sabemos de la ciencia en este campo, se entiende que los sesgos de juego se enredan estrechamente con los procesos motivacionales y emocionales. De ahí que no puedan tratarse eficazmente si se descuidan estos procesos.

Recompensas y refuerzos

En la encuesta publicada por Statista que hemos citado antes, el miedo a perderse algo fue señalado como una razón no despreciable por la que algunos individuos apuestan. Se trata de un fenómeno psicológico caracterizado por la ansiedad/prehensión cuando alguien cree que otros están experimentando algo gratificante sin ellos. Los operadores de juego han hecho un gran uso de este concepto en el juego online. Lo han hecho mediante ofertas por tiempo limitado y otros trucos que estimulan a los usuarios del sitio a reclamar ofertas y apostar más. Naturalmente, también han utilizado las recompensas y el refuerzo para moldear y perpetuar los comportamientos de juego.

En el frente del refuerzo, tenemos las recompensas ganadoras, que, por ejemplo, los juegos de tragaperras hacen mostrando animaciones ganadoras incluso en tiradas técnicamente perdedoras. Esto hace que el cerebro asocie el juego con una sensación de recompensa. También tenemos el efecto de casi fallo, otra forma de refuerzo positivo incorporado a la mayoría de los juegos de casino o inherentemente presente por la naturaleza de su jugabilidad. Los estudios demuestran que activa los mismos centros de recompensa en el cerebro que las ganancias, y esto aumenta la motivación de los jugadores para seguir jugando.

El condicionamiento operante puede explicarse por los programas de refuerzo variable, como los juegos que proporcionan pagos ocasionales para mantener a los jugadores enganchados. También tenemos el refuerzo intermitente, en el que las recompensas se espacian para que los individuos no sepan cuándo llegará el siguiente premio, lo que aumenta el nivel de excitación relacionado con seguir jugando.

No hay que subestimar las señales ambientales y el refuerzo social. En consecuencia, los casinos utilizan luces brillantes y sonidos fuertes para evocar estímulos sensoriales para construir respuestas condicionadas. El reconocimiento de los crupieres, el personal y los compañeros también es un refuerzo positivo, que vincula la sensación de valía con la obtención de una recompensa de juego.

Paradójicamente, incluso las pérdidas pueden contribuir a seguir jugando, provocando la búsqueda de un equilibrio y un estado emocional positivos, lo que conduce a un ciclo más profundo de asunción de riesgos.

Factores sociales

A nivel micro, las relaciones dentro de las familias y las comunidades moldean profundamente los comportamientos de juego. Los vínculos estrechos con los jugadores habituales pueden y suelen contribuir a aumentar las actividades de apuestas. Y en el lado opuesto, las relaciones con los no jugadores pueden actuar como factor protector. Además, las interacciones sociales que se producen en contextos históricos específicos, unidas a acontecimientos vitales estresantes acumulados, pueden conducir a un aumento de las apuestas.

Los sistemas educativos son una institución fundamental para informar a los individuos desde una edad temprana sobre los riesgos y beneficios del juego. Por tanto, quienes no están expuestos a esto pueden ser más propensos a apostar. Además, existen retos a la hora de difundir medidas preventivas, ya que el juego puede no ser visto como una preocupación importante por muchos educadores. Si los jóvenes no aprenden los peligros de las apuestas en la escuela, la dinámica del vecindario, evidente en las zonas con un estatus socioeconómico más bajo, genera mayores tasas de ludópatas. En consecuencia, el entorno desempeña un papel sustancial en el hecho de que una persona empiece a jugar y continúe haciéndolo a lo largo de su vida.

También hay que señalar que la estigmatización del juego, comparable a la de trastornos como el alcoholismo y la esquizofrenia, supone, de hecho, una enorme barrera para que la mayoría busque ayuda para tratar este problema. En la mayoría de los casos, la vergüenza y el miedo a la discriminación dificultan la revelación.

Diagnosticar la adicción y obtener ayuda

Los síntomas de la adicción al juego son un deseo cada vez mayor de apostar, apostar cuando se está angustiado, inquietud al intentar dejarlo e intentos infructuosos repetidos de controlar los impulsos de apostar. Siguiendo el mencionado libro de la Asociación Psiquiátrica Americana DSM-5, para diagnosticar este trastorno es necesario que se presenten al menos cuatro de estos síntomas en el último año.

El DSM-5 menciona factores ambientales, circunstancias traumáticas y la presencia de otras adicciones como factores de riesgo para desarrollar éste. Los factores genéticos y neurológicos pueden influir, al igual que determinados medicamentos.

El tratamiento suele incluir terapia cognitivo-conductual, el uso de estabilizadores del estado de ánimo y la participación en grupos de autoayuda. El objetivo es abordar el problema emocional subyacente que estimula a alguien a jugar. En este viaje, resulta obligatorio desarrollar mecanismos de afrontamiento más sanos.

Para los que sufren, buscar ayuda es el primer paso y el más crucial, y para los que no están seguros de si están cayendo en las garras del juego problemático o no. Existen autoexámenes en línea que ayudan a realizar una evaluación inicial, pero es necesaria una evaluación cara a cara por parte de un profesional capacitado para obtener un diagnóstico preciso.

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